El ritmo no para, no

El ritmo no para, no. Ni el de las publicaciones discográficas ni el de las canciones en sí mismas. Hay de todo en cuanto a tempos y compases, lo cual siempre se agradece, porque lo de la uniformidad es un tostón insufrible. Pues eso, que muchas canciones habemus, pero todas siguen sus propias reglas rítmicas. Algunas van al ralentí porque para qué correr cuando hay cosas importantes que contar. Otras aceleran que no veas, es lo que les pide el cuerpo y, ante esas demandas, mejor no ponerse farruco. Que luego todo son dolores y quejas. Cada una de ellas tiene su aquel y su por qué. Pero todas tienen ese latido común que tanta vidilla nos sigue dando.

El ritmo no para, no. A veces es una apisonadora de ruido industrial y otras un leve apunte ambiental. Pero ahí está, definiendo. En otros casos sirve para marcar el compás de viejos poemas que no pierden su vigencia. Y a veces se articula de manera casi milagrosa, sin que el intérprete pulse tecla alguna. Mu loco todo esto del ritmo. Y muy necesario porque, sin él, nos apalancamos como el abuelete Jose María, ese entrañable carabanchelero aficionado al death metal.

(más…)

Pin It on Pinterest